miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Qué lástima!

Hoy os propongo indagar en un poema de León Felipe que me fascina,



¡Qué lástima!
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!

¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca.

¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
en la estepa castellana

Y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada:
Pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
Y mi juventud, una juventud sombría, en la montaña.

Después ... ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.

¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!

Porque .... ¿qué voy a cantar si no tengo ni una patria,

ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?

¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!

Sin embargo...      en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
 muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...

Una luz muy clara

que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente al través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa

cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja muy blanca...
En una caja muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana ...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por este cristal de mi ventana ...
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa  ...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!


Qué lástima, de León Felipe


Aquí os dejo unos enlaces para que conozcáis más de cerca a este poeta:

http://sites.google.com/site/enlaluchafinal/itinerariopo%C3%A9tico-vitaldele%C3%B3nfelipe
http://www.poesia-inter.net/Leon_Felipe.htm

martes, 22 de marzo de 2011

Color Dansa

Esta semana tocamos el terreno de las artes escénicas de la mano de una compañía de danza “pequeña pero matona” a la que he podido conocer un poco más a fondo hace a apenas unos días. Desde sus centros de Sant Cugat y Sabadell llevan a diversos puntos de España y Europa (especialmente Francia y Alemania) su fusión de movimientos de flamenco, danza clásica, hip-hop y danza contemporánea con espectáculos como Al-Ándalus, Ex3ms, Ávida vida y Mientes + K Parpadeas.
            A estos montajes se le suma desde hace pocos años Serrat Balla, actualmente en rodaje por diversos puntos de Catalunya. Para muchos, una propuesta escénica probablemente demasiado atrevida al tratarse de coreografiar célebres canciones de Serrat; para Color Dansa, un sincero homenaje al artista catalán. Podréis juzgar vosotros mismos en el enlace posterior. Pero el atractivo de la compañía no se queda en esta faceta. En el campo educativo, la agrupación también realiza una fuerte apuesta de formación entre los amantes de las diferentes modalidades de danza, desde aquellos que dan sus primeros pasos hasta los que desean dedicarse profesionalmente a través de la preparación de los alumnos a las pruebas de acceso a grado medio del Conservatorio de Barcelona.



Con pocas imágenes de su trayectoria, hay algo que puedo extraer en claro: la ilusión, el talento y la juventud se unen en una fuga de pasión por la danza.


Una muestra del estreno del espectáculo Serrat Balla en el festival de Peralada

domingo, 13 de marzo de 2011

El tarantismo

Por algún fenómeno que desconozco, el blog va adquiriendo un tono un tanto oscurantista.... y no seré yo quien (por esta semana) rompa el hilo de las entradas anteriores...

En esta ocasión propongo conocer un poco más de cerca una interesante práctica con raíces en la Italia profunda, concretamente en la comarca de Salento (situada en el “tacón” del país). Se trata del ritual del tarantismo, un fenómeno recogido por primera vez por el antropólogo Ernesto de Martino en su obra La terra de Rimorso (1960)

En sus inicios, se encontraba especialmente extendido entre las mujeres. El funcionamiento del ritual surge a través de la picadura simbólica de una tarántula, de la cual deben librarse a través de una danza convulsa. La relación femenina con esta práctica se encuentra, curiosamente, en la misma nomenclatura de los efectos de esta picadura: el ataque de histeria (histera, útero en griego antiguo). Los movimientos se utilizaban como liberación de las dificultades que vivían, desde las problemáticas derivadas de la pubertad y sus amores imposibles, hasta la edad más adulta.

Dentro del simbolismo que representa la música y baile de los tarantulados, encontramos el dolor por el mordisco del insecto, la extracción del veneno a través de los particulares movimientos o incluso la provocación del cansancio de la misma araña para después matarla con fuertes pasos.

Una pequeña muestra de esta práctica…


domingo, 6 de marzo de 2011

Atala en la tumba

No dejamos, de momento, el mundo del arte. El Museo del Louvre de París, escenario de infinidad de manifestaciones artísticas que han dado la vuelta al mundo, incluyendo un best-seller y su posterior traslado a la gran pantalla, recoge en una de sus salas la que, personalmente, considero una de las representaciones más bellas del situadas entre el neoclasicismo y el preromanticismo: El entierro de Atala, de Girodet-Trioson.
Se trata de una pintura basada en la novela de Chateaubriand  Atala ou les amours de deux sauvages dans le désert, publicada en 1801 en su primera edición y en 1805 en su versión definitiva. El escritor sitúa su historia en la época de Luis XIV, en la provincia de la Nouvelle-France, que se extiende desde La Floride hasta Les Rocheuses. Un joven indio, Chactas, decide volver a su vida salvaje tras haber vivido durante unos años en la ciudad española de San Agustín con el nombre de López. Durante el viaje de retorno es apresado por los miembros del clan de los Muscogulges. Poco después aparece en su vida la joven Atala, india convertida al cristianismo, que consigue liberarle. Debido a su enamoramiento repentino y con el objetivo de  mantener su voto de castidad, Atala se envenena y muere en los brazos de Chactas.


 


Uno de los grandes atractivos de esta obra es que representa una historia que contiene el espíritu del siglo XIX: el amor imposible, típico del Romanticismo, como principal protagonista del relato. El drama de Atala se encuentra precisamente enmarcado en la voluntad del sacrificio inspirado por la religión cristiana. Se resume en una lucha entre los valores atemporales, espirituales y sagrados de la fe y los temporales, profanos y sensuales del amor: la virginidad y pureza de Atala y su voto solemne de preservarla.

Os propongo, para finalizar este pequeño análisis, centrar la atención en el mensaje impreso en la piedra, situado en la parte superior central, que acogerá los restos de Atala hasta el final de sus días: ‘j’ai passé comme la fleur’, j’ai seché comme l’herbe des champs’ (he muerto como una flor, me he secado como una hierba del campo). Esta fugacidad del tiempo es la que parece que Girodet-Trioson ha sorteado con el simbolismo de su obra, centrado en una doble moral que hoy en día podemos observar en diversos sectores de la sociedad y la vivencia del momento, ese carpe diem o tempus fugit que muchos adquieren como filosofía de vida, como si de un gran descubrimiento contemporáneo se tratase...